Spurgeon: ¿Cómo entender pasajes difíciles?

Por Allan Roman de PAGINA CON SERMONES Y TRADUCCIONES DE SPURGEON
Daremos inicio a esta nueva reflexión sobre la preponderancia de la Biblia en la predicación del pastor Spurgeon, haciendo la siguiente pregunta: ¿qué pasa con las partes de la Biblia que son difíciles de entender? Esto nos comenta el pastor Spurgeon:

“Permítanme aconsejarles que cuando lean un pasaje de las Escrituras que no entiendan, deben leerlo hasta entenderlo. ‘Tendría que dedicarle más tiempo’, dirá alguien. Bien, eso no te haría daño. ‘Pero suponga que no lo llegue a entender nunca’, vuelven a preguntarme. Continúa tu lectura del pasaje de todas maneras. ‘¿Podría hacernos algún bien, cuando lo leemos, un pasaje de la Escritura que no entendamos?’ Sí, gradualmente se filtra en nuestras almas: al considerarlo detenidamente obtenemos luz del pasaje en cuestión… cuando no comprendo algún capítulo, digo: ‘esto es probablemente comprensible; por tanto, voy a escuchar hablar a mi grandioso Padre, a pesar de que no entienda al principio lo que me dice, y voy a seguir escuchando hasta captar finalmente su significado… Oren en relación a esas palabras y estúdienlas una y otra vez hasta que lleguen finalmente a la esencia del texto… Al Autor de la Biblia nada le agrada más que cuando acudimos directamente a Él para preguntarle qué es lo que quiso decir. Él mismo se pone a la disposición de todo estudiante empeñoso para abrir, por medios conocidos sólo por Él, esas Escrituras que Él mismo ha dictado”.

No ha de sorprendernos que un hombre que fundó un orfanato para niños y niñas, y que poseía él mismo una gran fe infantil, tenga algo que decirnos acerca de la Biblia y los niños. En un sermón intitulado: “La escuela dominical y las Escrituras”, predicado el 18 de Octubre de 1885 sobre el texto “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3: 15), Spurgeon declaró lo que muchos educadores necesitan saber hoy:
“Los niños pueden comprender la sagrada Escritura tan pronto como son capaces de entender algo. Es un hecho muy notable –que he verificado con muchos maestros- que los niños aprenden a leer más fácilmente en la Biblia que en cualquier otro libro. No podría explicarlo; pudiera ser, tal vez, debido a la simplicidad del lenguaje; yo creo que es debido a eso. Mientras que olvidamos un incidente de la historia común, un hecho bíblico se graba en nosotros”.
Pasó luego a hablar acerca de la importancia de la Biblia en la obra de la escuela dominical: “Uno de los primeros objetivos de la escuela dominical debe ser enseñar a los niños una gran reverencia por estos santos escritos, estas inspiradas Escrituras”. Eso dijo en los días en que las salas de las casas tenían una gigantesca ‘Biblia de la familia’ que solamente servía para recoger polvo o para apuntalar algún mueble tambaleante. Cuánto más necesita el Libro ser reverenciado hoy y, sin embargo, hay un sinnúmero de hogares que ni siquiera poseen una Biblia, a pesar de su bajo precio y de la abundancia de ediciones modernas.
Naturalmente, conociendo el antagonismo del catolicismo romano de aquel entonces en contra de la Biblia, manifestado en su oposición a que los laicos la leyeran, Spurgeon tenía algo que decir a este respecto, y por cierto lo dijo de una manera humorística:
“Un sacerdote le dijo una vez a un pobre irlandés: ‘tu lectura de la Biblia no te traerá ningún bien’. ‘¿Por qué?’, –replicó el hombre- “pues, por el contrario, está escrito: “Escudriña las Escrituras”. Le suplico a su reverencia que me disculpe, pero estaba leyendo precisamente este mandato: debes leerla a tus hijos, pero los sacerdotes no tienen hijos. ¿Cómo puede explicarme eso? “Ah”, -repuso el sacerdote- “los tipos como tú no pueden entender el Libro”. “Bien”, -respondió el hombre- “si no puedo entenderlo, al menos no me hará ningún daño, y si puedo entenderlo, me hará mucho bien.”
Spurgeon fue un predicador bíblico. Habló con verdad y basado en la experiencia cuando dijo en el mismo sermón: “Los pasajes más impactantes de cualquier sermón son los propios textos bíblicos bien colocados”. Él mismo sabía lo que era citar textos colocándolos estratégicamente dentro del sermón, y también sabía cómo exponer un texto o un pasaje de la Escritura; el joven Spurgeon había sido como el joven Timoteo: ambos conocían las Escrituras y las guardaban con celo.
En los sermones de Spurgeon hay dos tipos de citas bíblicas: una es la cita normal, identificada por las clásicas comillas. Pero también hay una gran abundancia de citas bíblicas, insertadas dentro de las frases comos si fuesen las propias palabras de Spurgeon, aunque se trata de citas literales o de paráfrasis de pasajes de las Escrituras, a las que el traductor debe estar atento porque no figuran como referencias, sino como parte de la expresión normal del predicador. Lo curioso del caso es que todo el resto de la frase acoge a la cita de manera natural, y no se ve como algo forzado. Esto nos indica que las Escrituras se habían convertido en ‘biblina’ en Spurgeon.
Creo que ese debe ser uno de nuestros propósitos: aprender a hablar con las Escrituras como si se tratara de nuestro lenguaje normal. Pero esto es más bien un arte. Las citas no deben ser artificiales ni forzadas, para deslumbrar a nuestro interlocutor, sino muy pertinentes y naturales, dichas simplemente porque no podemos expresarnos de otra manera.

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